Despierto y ya estoy corriendo. Es tarde, pienso, el celular sonó hace horas. Carajo, si son las ocho me muero, dice la voz en mi cabeza que definitivamente logra asustarme. Prendo el boiler. Recojo algunas cosas y, claro, reviso el celular que me avisa de todas las cosas que comenzarán, que ya están esperándome.
Es lunes*. Amo los lunes, y también son los días en que regreso a mi prisa habitual, a este correr, correr que sólo anulo los domingos, cuando no hago nada (cuando no trabajo en alguna sorpre para #malazucar), cuando veo a la familia o me tiro en el sillón ignorando la ansiedad y obligándome a ser, así, despacio. No pasa seguido y casi siempre me deja secuelas. Como hoy, que pienso que ayer no vi a mi hermano y eso ya me hace sentir que elegí mal.
Me encantan los lunes, me repito. Despierto con miles de proyectos que ya quiero comenzar, cosas que atender, pedidos que cerrar y pasa, siempre me pasa, que entre resolver un pendiente y otro se me ocurren diez ideas más; quiero comenzarlas, probar, platicarlas con algún amigo, hacer planes… y así agrego ideas a mi lista sin fin… “cosas que hacer”. La veo y sonrío al reconocer ideas de negocios o proyectos que apunté hace más de un año y tomarían al menos dos por concretarse.
Despierto y ya estoy corriendo. Salgo de casa cargando seis bolsas, dos de basura, dos de libretas, una con el cambio del día y otra nada más porque sí, porque si ya llevo cinco quién me dice que no voy a necesitar una botella de agua, maquillaje, cables de todo tipo y dos libros por si me sobra tiempo… ah… por si me sobra tiempo…
Ayer hablaba con B. y conociéndome tan bien, me dijo que hiciera lo que hiciera, no dejara de escribir. Cuando entras en periodos así, productivos y frenéticos, lo primero que abandonas es la literatura y después, es lo más falta te hace. También dejas de comer… dijo al final con voz de cariño.
Yo sé que tiene razón y, sin embargo, no le he hecho caso. Hoy cancelé mi sesión literaria de mañana… y son las 4:45 y no he comido nada sólido. ¡Carajo Cocó!… ¿qué vas a hacer? #confesionesdeunaadicción
Todo mi ser ha entrado en estado “hormiguero después del agua”… se ha despertado un movimiento acelerado, loco, alucinado y oponiendo fuerzas distintas. No resuelvo nada, corro de un lado a otro y espero que pase el tiempo… y que por algún milagro descomunal mis ideas se vayan concretando solas.
Entonces le escribo a F. para que me dé un consejo; le cuento que he llegado a un punto crítico; tengo seis apps para hacer listas y cuatro métodos en papel que también uso, le digo: ¡no sé cómo hacer! Concéntrate me dice él que es tan metódico; elige sólo una cosa y haz eso.
¡¿Pero cómo?!, respondo ya casi enojada, yo quiero hacer todas esas cosas, quiero hacerlas bien y hay tanta gente que sí puede. ¿Cómo hago? Y ya son las 05:00 de la tarde. También me gustaría tener más orden, confieso.
Y sé que quiero… que hay una parte en mí, la que hace meses se dedica a hacer limpias iracundas y a simplificar mis espacios, que confía que hay otra manera de hacer las cosas. Pero todo va tan bien… ha llegado tanta gente hermosa a mi vida… ¿pasará algo si cambio la manera en que hago las cosas? ¿Será mejor en realidad o es pura necesidad de control falso?
Y de pronto, una vez más, quizá la veinteava en el año, me encuentro con la misma disyuntiva. Sólo tengo dos opciones:
#1 Soltar y aceptar esta que soy
Esta opción pareciera ser la más sencilla, la que fluye… a ella se adhieren varios terapistas y amigos. Consiste en no hacer nada; nada al respecto de la angustia pues, pero sí seguir haciendo todo como ya lo estoy haciendo. Porque va bien, porque, aunque me estrese, todo fluye y lo disfruto.
Aceptar que ésta es mi forma caótica y un poco acelerada de hacer las cosas y que así me funciona; que al final aquí estoy, con una lista interminable de quehaceres, pero escribiendo porque en este instante es lo que necesito y mi cuerpo sabe reconocer eso. ¡Gracias!
Aquí estoy, angustiada, pero con amigos que me dan consejos (buenos y malos), con una cita para cenar con P. a quien quiero tanto y con una familia que cada vez que entro en crisis me escucha por horas.
¿El problema? Pareciera que funciona, porque lo hace, pero no me da paz. Regreso a estos momentos en que siento que quiere quemarlo todo, comenzar de cero, abandonar todos los proyectos, limpiar la casa hasta que no queden ni mis muebles y entonces sí trabajar, comer algo rico, prepararme una ensalada. Como nunca me atrevo, como nunca consumo el incendio toda que me deja sin nada… quizá no sea tan mala idea probar la segunda alternativa.
#2 Dejar de pensar en planes y en lo que no estoy haciendo y… HACER UN PLAN Y UN COMPROMISO
Opción que hace meses/años intuyo que necesito implementar en mi vida y no he podido por: terror, parálisis, amor a la procrastinación, imposibilidad, terror al compromiso, ¿ya dije terror?…
Mi Plan de Acción y Mi Compromiso de 30 Días
Dejar claras mis intenciones y hacer un plan estricto al cual me apegaré por 30 días sin posibilidad de escape. 30 días que bien pueden, de una vez por todas, resolver el tema de la angustia, el trabajo, el compromiso y el balance.
*Hice una esquema circular (¡bellísimo!) para llevar el registro de mis intenciones. Lo puedes decargar aquí y es gratis. ?
Así que, por necesidad, experimento, gusto y por lograr, por primera vez en años, darme cuenta si en verdad es un problema de estrategia, tiempo, planeamientos, posibilidades o simplemente personalidad. Mañana comienzo un plan de acción estricto y organizado.
¿Cuántos días seguidos necesito hacer esto para que se vuelva un hábito? No estoy segura, he leído de todo… así que para efectos prácticos digamos que 30 días. Sí, suena fácil, pero…
MI COMPROMISO DE 30 DÍAS
Por medio de este post, me comprometo a llevar una rutina de 30 días que me ayudará, de una vez por todas a tener un mayor balance, a ver si el problema de que el tiempo no alcanza es un tema de logística, a soltar más que a controlar, a encarar al monstruo hambriento de la procrastinación y a entender que no puedo, por voluntad, alargar los días; solo vivirlos más más plenamente (¿Más Cocó?) … disfrutándolo todo; a estar bien: así, humana, pequeñita y con tiempo limitado.
**Acá les dejo un podcast de Rafa Lopez, uno de los Psiquiatras que más quiero y admiro sobre la Procrastinación.
*Lo mejor comienza después del minuto seis.
Mi Compromiso | Fecha: 18 se septiembre – 17 de octubre
Llevaré un registro de estos 30 días para lo cual utilizaré mi súper cuaderno en el cual estoy creando un método que me permita llevar más orden y hacer todo con mayor calma (pronto les mostraré mis avances). También cree una “rueda de intención” con las 6-7 cosas que son NO-negociables y quiero hacer todos los días. Esta la iré llenando para tener una representación gráfica de mi compromiso. – Puedes descargarla aquí. –
En mi caso, mi plan incluye -NO-negociables-*:
- Despertadas de madrugada y compromiso con mis textos. (6:00am como máximo)*
- Meditación.*
- Agradecimiento.
- ¡Desayuno y comida que me cuida! *Máx. una cosa con azúcar x día.*
- Tomar más agua.
- Conexión y desconexión de internet a una hora decente y que no me quite el sueño.
- Planeación de mis nuevos proyectos con estrategia y aceptando tiempos. ¡Tengo tantos planes para Malazucar!
- Mantener y organizar la chamba que me da de comer y me permite pagar mi café de 39 pesos (¡qué caro café!).
- Comer bien, a buenas horas y con Atención Plena… ¡La comida no es entretenimiento!
- Los planes personales, el crecimiento, mi casa.
- Mi paz mental, mi tiempo de ocio y claro, mis tiempos de danza y natación.
- Rutina nocturna que me permita descansar habiendo visto todas las victorias y aprendizajes del día.
30 días de despertarme a las 6:00 y desconectarme a las 10:30 de la noche; de no prender la televisión sino poner música, abrir un libro, escribir a mano. Treinta días de planes y trabajo en orden, de alimentación consciente y meditación. De momentos de comer con calma, de lectura…
El propósito no es hacer más, sino mejor, con más calma y con mayor disfrute.
“HAZ UNA COSA CON AMOR -y a la vez- Y LO ESTARÁS HACIENDO TODO” -Thich Nhat Hanh
¿La meta? Comenzar el día con calma e intención y poder cerrar el día sitiendo paz por haber hecho lo importante, lo más significativo, aquello que me cuida el cuerpo, el alma y el espíritu. Organizarme para dar lo mejor de mí a lo que más amo y así alimentar de primero mis proyectos, mi cuerpo y mis sueños.
Todo lo demás es una gran ganancia.
A ver cómo me va…
Con cariño, Cocó ?
30 días y contando… ahora sí… ya escribiste todo esto… ponte a trabajar que mañana en el gran primer día.
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